La glucosamina actúa sobre el epitelio vesical, que cumple una función de barrera importante protegiendo a la vejiga de la infección y la inflamación. En gatos que cursan con cistitis, se daña la capa protectora de la mucosa de la vejiga lo que resulta en un aumento de su permeabilidad. La glucosamina reduce la inflamación, protege del daño oxidativo y dificulta la entrada de bacterias a la vejiga. Junto con el condroitín sulfato, son considerados posibles sustitutos de la capa de glucosaminoglicanos que normalmente recubre la mucosa vesical.
